setiembre... ¿cultura?

El diccionario de La Real Academia define la palabra cultura como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época y/o grupo social, etc.
Según esta definición sería parte de nuestra cultura penquista la ciencia y la industria que se desarrolla dentro de los límites de nuestra comuna.
¿Por qué entonces uno se encuentra con otros temas en las páginas de “cultura” de los diarios?

Para mi la cultura es un cúmulo de actividades que tienen que ver con lo cotidiano, con todo aquello que vamos construyendo en el día a día. Y en esto cabe de todo, (y no solo la llamada “cultura tradicional”) el recorrido que hace el chofer de micro, la comida que prepara la dueña de casa, los programas que pasan en la tele (por cierto), la piscola que nos tomamos el día viernes o el partido de fútbol que se juega el fin de semana. Nuestra actividad cultural está marcada por este cotidiano, por el quehacer diario, podríamos llamarle rutina, aún cuando no me guste mucho la palabra por su asociación con algo fome que se hace ya sin pensar.

Es de esta forma en la que veo nuestra cultura, como una expresión viva, tremendamente dinámica, que acontece, y cambia ante nuestros ojos, expresión auténtica que no obedece a lo políticamente correcto, tal vez ni siquiera a lo legal, (el coa por ejemplo, un lenguaje del hampa) ni a los lugares comunes del espacio que se nos señala como cultural ni a un sitial en donde estaría depositada el “alma de lo chileno”, lugar que ciertamente debería estar custodiado por un sólido blindaje para resistir la arremetida de manifestaciones foráneas que no harían sino solo “contaminar” esta “sublime” chilenidad esencial.

El paisaje cultural que yo veo es bastante sucio, lleno de desorden y muy contaminado con influencias extranjeras en donde conviven los mc donalds con palta (somos el único país del mundo en donde existen), el pichuncho, (pisco con martini bianco), una banda de hip hop que se llama La Legua York, o nuestro conocido completo italiano. La lista podría seguir y hacerse bastante extensa y sin duda seguirá creciendo en una época en donde el libro de la cultura chilena podría ser muy bien un blog que se actualiza cada 30 días.

Me agrada la idea de una cultura en constante renovación, abogo por ella, porque creo que en este hipotético compendio cultural chileno en donde sobran los relatos de empanadas, chicha en cacho y pies de cueca faltan las páginas en donde aparezca el ahora muy chileno rollito primavera, el vodka con jugo de piña soprole o nuestros internacionalmente famosos cafés con piernas.

Recuerdo que una vez alguien me dijo que el centro cultural se lo pasaba haciendo fiestas, cuestión que no era posible en una organización que se hacía llamar “centro cultural”. El personaje en cuestión también me decía que un “centro cultural” debía ocuparse en actividades más ligadas a la cultura.
¿Cómo qué por ejemplo? Le pregunté...
Bueno, no sé, talleres de arte, exposiciones...Me dijo.
Y a ti, ¿Qué te gusta mas...? ¿Una fiesta o una exposición de cuadros...?
Le pregunté.
La escena rayaba lo cómico. Estábamos en una fiesta que justamente organizaba el centro cultural y a mi modo de ver el personaje en cuestión lo estaba pasando bastante bien. Era como la una de la madrugada y en su cara no asomaba precisamente ansia por retirarse del lugar.
La corrección política de mi interlocutor era sorprendente. La falta de coherencia entre sus consejos y su actuar también.
Tengo el sentimiento de que el “stablishment” (permítanme este anglicismo) de la cultura en nuestro país no difiere en mucho del personaje de nuestro ejemplo. Políticamente correcto a ultranza, aún a riesgo de perder toda consecuencia entre lo que dice y lo que hace, con una visión retrógrada de lo que significa el arte y la cultura en una época en la que, si lo que se pretende es lograr un aumento del público que accede a un cierto consumo cultural, lo mas sensato es abrir las puertas de la difusión cultural y hacer que el público entre a un panorama amigable y cotidiano, de tal forma que, a este público que no está acostumbrado a relacionarse con el arte y la cultura y que piensa que todo este tema es aburrido, efectivamente, le den ganas de entrar.

Estamos en el “mes de la Patria”, (¿se parece al mes del mar?) y mucho de nuestro aparato cultural esta comprometido con “la causa” que sería, creo yo, esta Patria de la que este mes se hace cargo. Esto me lleva a pisar terreno blando, muy blando diría yo, al hacerme la pregunta, ¿Qué es la Patria? ¿Por qué será que siento tan lejana la Patria de la chicha en cacho, la misma de la que se hace gala para la parada militar? ¿Necesita la idea de Patria una actualización? ¿Por qué en las fondas y ramadas la música que más se escucha proviene en su mayoría de latitudes tropicales? ¿Por qué siento que existe una “cultura oficial” que lleva puesto un corsé que no la deja ya casi respirar y la tiene al borde del colapso?
Aprovechemos este mes para observar y pensar nuestra cultura desde un punto de vista de lo cotidiano, desde “el conjunto de modos de vida y costumbres” que se dibujan en el territorio que nos toca vivir, en un día cualquiera, tal vez un día como este.

Escrito por Andres Moreno Nail

1 comentario:

Anónimo dijo...

Primero, te saludo cordialmente Andrés. Segundo, comento compartir tus apreciaciones. Y, tercero, agrego, que la "manera la shilena" puede representarse en un Moai puesto en un mall de Japón, justamente en "Setiembre" sin adornarlo, por cuestión de contexto, sin ninguna banderita de plástico "tricolore". Don Chuma no estaba en tierras niponas para arreglar el desaguisado (lo más probable).